La princesa de las ostras (1919) dir. Ernst Lubitsch

La princesa de las otras, como fue traducida al español, es uno de los primeros largometrajes de Lubitsch y forma parte de la basta filmografía que el director alemán rodó en su país de origen. Esta clase de películas le sirvieron para consagrarse como uno de los grandes directores europeos y llamar la atención de un Hollywood emergente.

Hay una serie de autores: Wilder, Mankiewicz y el propio Lubitsch, que habitualmente han sido definidos como grandes guionistas por la indiscutible singularidad de sus obras. Es un calificativo injusto en cierta medida, el alago de una virtud esconde otras muchas. El genio de Lubitsch como guionista oculta a un director preocupado por las posibilidades de la forma. Hay una desenvoltura del lenguaje en esta obra que le revela como uno de los grandes maestros además de ofrecer una faceta desconocida para muchos: un experimentador. La película está repleta de construcciones formales a partir de diversas geometrías que dotan al plano de un dinamismo asombroso para la época. La rarefacción o acumulación de elementos en pantalla, además de las posibilidades que Lubitsch potencia a partir de la propia geometría de los objetos cotidianos de una casa señorial, estallan en un baile de figuración para narrar una historia de dobles sentidos y continuos engaños. Ofreciendo una temprana screwball a caballo entre películas posteriores del director como La octava mujer de la barba azul y adscrita a obras de sus contemporáneos como Jean Epstein. Las potencias de la cámara se articulan para mostrar siempre más allá, ofrecer una realidad desdoblada, el negativo de lo real.

Ya desde estas obras tempranas se advierte que el género de comedia burguesa es sólo un pretexto, como lo fue para Ophüls o Flaubert lo romántico, para desencadenar la potencia de la imagen en lo dinámico y físico, desde las cualidades de la luz hasta la geometría de los objetos. El simbolismo y el desarrollo del fuera de campo en su etapa americana, a causa del puritanismo estadounidense, no hubiera sido posible sin esta continua exploración de la significación y la expresión.

Pedro Fuertes


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