La nueva película del director canadiense, que dijo haber recobrado fueras tras recibir el Premio Donostia, trata, como viene siendo habitual, sobre un futuro, no sabes si distópico o no, donde el cuerpo humano es objeto de transformaciones y mutaciones que se producen en el interior del organismo. La creación de nuevos órganos lleva a la aparición de una nueva institución llamada Oficina del Registro Nacional de Órganos.
El personaje de Viggo Mortessen es un artista performativo que actúa junto a su pareja (Léa Seydoux), quien le practica multitud de operaciones, despertando en los que ven el espectáculo un asombro que resulta completamente ajeno al espectador. Una nueva sensibilidad asola a los humanos con ansías de autodestrucción, dejando de lado el contacto íntimo a través del sexo para abrazar una especie de culto mediante las cirugías. Nuevas formas de acercarse al arte y, por tanto, de acercarse a los otros. Una especie de arte degenerado, que como cualquier otro arte subversivo (ya lo decía Cronenberg durante su discurso) tiene la capacidad de agitar una sociedad.
La mayoría de personajes son seres completamente enfermos, tanto lo que podamos evaluaren el plano psicológico durante el metraje de la película, como lo que la propia obra muestra de ellos a través de malformaciones. Desde el principio hay una renuncia a anticipar la articulación de la sociedad a nivel sociológico, político o económico para centrase en las futuras filias, en medio de un ambiente familiar para los espectadores de la ciencia ficción.
Desgraciadamente, estamos ante un Cronenberg debilitado con el mismo discurso subversivo y profético de hace años, y las formas menguadas. La película deambula entre el cine negro y la ciencia ficción, sin llegar a brillar en ninguno de los dos géneros. Los actores parecen perdidos en medio de un Cronenberg conocido y las nuevas ideas de su cine, que se mezclan con las anteriores creando escenas ininteligibles para aquellos ajenos a la sensibilidad de la que hablan los personajes, o sea, cualquier espectador de cine contemporáneo al estreno de la obra.
Pedro Fuertes
Deja una respuesta