El film mudo de 1925 «Stella Dallas», restaurado con la mediación del omnipresente Martin Scorsese, inaugurará la 79 edición del festival de Venecia; además, estará acompañado en vivo por la Gaga Symphony Orchestra que afina sus instrumentos mientras los últimos espectadores
rezagados terminan de buscar sus asientos.
Suenan los primeros compases, la pantalla de plata se ilumina con el film dirigido por Henry King, en ella aparecen Douglas Fairbanks Jr, Belle Bennett, Ronald Colman…
No existe mejor comienzo para este evento.
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Tras este nostálgico inicio, «White Noise», el primer film en competición, nos devuelve a la realidad de lo que un festival de cine generalmente ofrece.
Me resulta difícil conectar emocionalmente con películas dirigidas por Noah Baumbach y White Noise no es una excepción. Además, este producto de Netflix está co-protagonizado por Greta Gerwig, cuyo trabajo no suelo reverenciar.
Cuesta captar las ideas que la película pretende transmitir, y las intenciones de sus personajes están pobremente desarrolladas. Irremediablemente el espectador sucumbe al aburrimiento.
Con esta clase de films, los festivales no son tanta fiesta.
«Bones and All», ganadora a mejor director (Luca Guadagnino), es una película que trata el canibalismo. Protagonizada por el actor de moda Timothée Chalamet, o eso dicen, porque abandoné la sala antes de que este apareciese en pantalla debido al exceso de realismo
antropofágico del film.
Debo admitir que «The Banshees of Inisherin», no está nada mal. Incluso con una trama bastante peculiar, la película marca claramente las intenciones y obstáculos de sus protagonistas, haciendo que el espectador se implique en el film. Muchas películas del Festival deberían
aprender de esto. Narra con éxito una historia oscura, a la vez de graciosa, con un agradable ritmo pausado. Estamos ante un buen guión de Martin McDonagh premiado justamente por el festival. También fue galardonado Colin Farrell por su gran actuación. Asimismo, su compañero de reparto, Brendan Gleeson hace un papel sublime.
«Don’t Worry Darling» es un thriller mediocre, con mensaje feminista desprovisto de sutilidad. Este film tiene graves problemas de estructura: los personajes y sus conflictos son introducidos de manera muy poco habilidosa y su eterno primer acto se ve seguido por un desenlace mal
ejecutado.
Con numerosos agujeros de guión, este thriller no tiene ni suspense, ni terror, ni drama, ni nada de interés.
«L’immensità» es de lo menos acertado del festival.
Es un drama intrafamiliar en el que apenas sucede nada.
El argumento es demasiado naïf y escasean subtramas que aporten un mayor carácter dramático.
La película carece de tercer acto y deja al espectador indiferente cuando esta finaliza.
«The Whale» de Darren Aronofsky es la película que más he apreciado del certamen. El desenlace de este film es magistral. Es agradable ver como su gran alcance emocional logra hacer que los espectadores contemplen la pantalla con lágrimas en los ojos.
La trama avanza con asombrosa ligereza. El aspecto teatral por el que muchos puedan criticar a este film, le aporta un mayor ritmo.
Además, Aronofsky demuestra una gran habilidad narrativa y excelente dominio espacio-temporal al enriquecer la historia con numerosos personajes y subtramas en una única ubicación de manera totalmente asimilable para el espectador. Pese a que la película me parece de lo mejor del festival y a que la interpretación de Brendan Fraser está en una liga superior, este film no obtuvo ningún premio. Es una pena que los
festivales tiendan a galardonar películas “transgresoras” que la taquilla y el paso del tiempo acaban poniéndo en su lugar, generalmente, el olvido.
Por supuesto, The Whale no es perfecta, pero quizás, junto con The Banshees of Inisherin, es la única película que volvería a ver. La única que ha conseguido implicarme o emocionarme.
Eso, para mí, es más que suficiente.
Pablo Biedma
Lido di Venezia,
septiembre de 2022
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