Los límites de la venganza en el mundo de lo injusto.

Derecho bajo medieval en «El manantial de la doncella.»

El manantial de la doncella, dirigida por Ingmar Bergman, es una obra que posee una
simbología que dota al filme de un maravilloso trasfondo filosófico. El
director se vale de la antigua balada sueca de finales del siglo XIV “la hija
de Töre de Vange”, que cuenta la trágica historia de la hija de un rey, violada
y asesinada, para transmitir al espectador, a través de crueles, pero, a su
vez, bellas imágenes, la tensión entre paganismo y cristianismo y la idea de
justicia humana desde una mirada religiosa.

La historia se desarrolla en la Suecia medieval tardía (baja edad media), nos ubicamos en
un contexto en que la única existencia de vida posible es en comunidad, no era
ni teórica ni fácticamente posible que el individuo se desenvolviera fuera de
la misma. Se trata de una creencia ontológica, se entiende como tal porque es
así como Dios lo dispone. Es preciso hacer hincapié en la no relevancia
jurídica de los individuos, que son “personas” en medida en que pueden
participar en las diversas corporaciones, lo que las convierte en titulares de
privilegios jurídicos. En la película que analizamos, la idea de comunidad está
representada por la familia de Töre, que es a su vez reino.

La película se abre con un plano de Ingeri, la criada, que se encuentra avivando el fuego
para preparar el desayuno. Su notorio embarazo es fruto de una relación
indigna, ella misma lo es, y así lo reconoce cuando sentencia que “las
bastardas engendran bastardos”. Esto podemos ponerlo en relación con “la
sangre”, que, si bien es un elemento alto medieval, lo encontramos entremezclado
con los demás componentes bajomedievales en la película. Como lo definió
Grossi, se trata de “una realidad que establece un ligamen inseparable ente
sujetos, dispensador de facultades y funciones intransmisibles hacia el
exterior”. En este caso, Ingeri fue admitida dentro de la familia como
comunidad, pero su desdén por la figura de Dios la condenó a engendrar un hijo
espurio. La contraposición entre Odín, dios pagano, y el Dios cristiano es
latente, y se manifiesta por primera vez en la oposición de dos escenas, la
primera, en la que Ingeri le pide a Odín que la ayude, iniciando así un rito
pagano producto del odio que ésta tiene a Karin, primogénita de los reyes, por
su pureza, y la siguiente, que muestra un rezo ante Cristo.

Retornando la idea de la comunidad, y de esta sociedad bajomedieval como sociedad
corporativa, cada corporación tiene derecho a
autorregularse, y cada sociedad corporativa implica pluralidad de jurisdicción,
pluralidad de derechos y de formas de resolver los problemas de las comunidades.
Hemos señalado que la familia de Töre es comunidad en el sentido estricto de
“familia”, pero también de reino, y, no es sencillo distinguir entre estas dos
vertientes. Töre es padre, y rey, ostenta, por lo tanto, poder oeconómico
(privado) y iurisdictio (poder público). Töre como padre de familia es quien
tiene mayor poder dentro de la casa, es soberano en sentido de que es aquel “
cuyo poder no conoce superior en lo temporal”. Al
entenderse que dentro de la familia no hay intereses contrapuestos, no hay proceso,
lo que facilita la celeridad de las decisiones tomadas por el pater familias. Los
juristas determinaron que cuando el padre castiga, no es para hacer justicia,
sino por amor. La tridimensión del poder como pater familias de Töre se
manifiesta en la autoridad sobre su mujer y su hija, al, por ejemplo, decidir
que será ella quien lleve los cirios a la virgen (poder marital y patria
potestad) y sobre la criada Ingeri (poder señorial) al disponer que será ella
quien acompañe a la doncella.

En el viaje de la doncella a la iglesia, se encuentra con tres pastores con quienes
comparte, inocentemente, las viandas que su madre le ha dispuesto. El sapo que
salta desde el interior de uno de los panes, que Ingeri introdujo previamente
como parte del rito con Odín, simboliza la fatalidad que se adviene, la
violación y asesinato de la doncella. Este suceso marca la segunda parte de la
película, cuyo elemento central es la venganza, que se relaciona, en los
términos jurídicos que ocupan este ensayo, con la idea de justicia
bajomedieval.

Se trata de una sociedad esencialmente aglutinada por la religión, por lo que, cualquier
acto de poder se considera sometido a un orden divino. La justicia medieval, a
diferencia del imperium romano que era un poder por encima del orden, se
identificaba con la iurisdictio.
Por “hacer justicia” nos referimos a aquellos actos que por su forma entendemos que son inherentes al acto de justicia, sin embargo, la frontera entre venganza y justicia ha sido en ocasiones muy sutil. Michel Foucault relaciona en su texto “La
verdad y las formas jurídicas”
las distintas maneras de hacer justicia con el surgimiento de nuevas estructuras de poder, el nacimiento de un tercero neutral, como juez, pero con capacidad de intervenir en el conflicto. Por eso Foucault hablaba de que la víctima, o sus parientes, pierden la capacidad de respuesta inmediata.

Töre corta ramas de abedul con las que azota su cuerpo en un rito cuasi
religioso que viene a indicar que la venganza es un acto meditado que
constituye su derecho como padre y señor. Es época del Derecho romano
primitivo, el Derecho germánico y el propio derecho medieval. En el medioevo
asistimos a un segundo nacimiento de la indagación griega, como dijo Foucault. En
épocas más antiguas, el ius puniendi se consideraba un derecho privado
de la víctima o su familia, aunque pronto se descubrieron sus desventajas y se
hizo necesaria la intervención de la comunidad, lo que dio paso al surgimiento
de leyes como la Ley del Talión, el Código de Hammurabi o Las
XII Tablas.
Foucault, a través de estas tradiciones antiguas indica
que existen dos formas de llegar a la justicia, en atención a la película, nos
interesa la que relaciona con Sófocles en Edipo Rey cuyo elemento
esencial es el testigo (representado por Ingeri), la conquista del derecho a
dar testimonio. Va sucediendo una revolución en la teología, se adquieren nuevas formas de entender la realidad y se incorporan sabidurías antiguas precristianas. A partir del S.XIII, se va dibujando el paso del proceso acusatorio al proceso inquisitorio que cobrará más fuerza entre las tres formas de proceder en justicia (acusación, inquisición y denunciación) y a su vez irá obteniendo más poder el soberano, que se atribuye el derecho de hacer justicia. La víctima desaparece tras el acusador público que impulsa la persecución del delito en nombre de la sociedad. Quizás, y si bien no es claro, pues, aunque la trama de la película suceda en el siglo XIV, es apreciable una neblina
altomedieval que no deja ver con nitidez los factores bajomedievales, podríamos
poner en relación con la denuncia la confesión de Ingeri a Töre de que ella ha sido testigo de cuanto sucedió a su hija. La denuncia es una forma de hacer justicia que proviene del evangelio y se trataba de poner en conocimiento un hecho con la pretensión, no de demostrarlo, sino simplemente de llamar la atención para buscar una corrección. Percibimos en la película que la venganza que lleva a cabo Töre, tiene por lo tanto sus límites y sus reglas. La muerte del niño, que es inocente, se entiende como una extralimitación de ese derecho pues no se puede ir más allá del daño sufrido (Ley del Talión) en aras a cumplir con los criterios de proporcionalidad establecidos por los parámetros medievales.

Töre, que exclama al cielo su incomprensión ante la tragedia sucedida, obtiene
respuesta en la naturaleza, fuente de vida, hecho normativo sobre el que se
sustenta la sociedad medieval, al contemplar el hermoso manantial que brota del
lugar en el que reposaba el cuerpo de la joven doncella. 

Alma Irastorza Ruiz de Azua


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