Pequeñas esperanzas

22 de Diciembre de 1965.

David Lean irrumpe en las salas con el estreno del año; «Doctor Zhivago, sus dos predecesores: «Lawrence de Arabia» y «El puente sobre el Rio Kwai.»
El film, es el mayor éxito en taquilla de la ´MGM´ desde “Lo que el viento se llevó”.  

David Lean está en estado de gracia. Naturalmente, a la crítica esto no parece complacerle.

“Compromiso fallido entre épica e intimidad…”

“La revolución rusa se reduce a las banalidades de un romance…”“Los paisajes son postales que no aportan nada al film…”

“…No se me ocurre pensar cómo se podría haber hecho un peor trabajo.”

(The Guardian, 1966)

Para evidenciar su superioridad sobre el espectador medio, la crítica rechaza el film. Esto sucede a día de hoy en los festivales de cine, donde los críticos se obcecan en descubrir arte donde no lo hay, mientras reniegan de lo que es puro cine, emoción y entretenimiento.

Casualmente, el autor de la crítica de Doctor Zhivago de The Guardian de 1966, es Richard Roud, co-fundador del Festival de Cine de Nueva York. Sepultado por las críticas, David Lean, a los 57 años de edad, jura no volver a hacer ninguna película, y tan solo llegó a hacer “La hija de Ryan”(1970) y“Pasaje a la India” esta última casi 20 años después, en 1984. Una pena, porque “Doctor Zhivago” no fue tan solo una
buena película, sino una obra de arte con una de las mejores puestas en escena que he visto, la cual dota al film de una gran intimidad lírica haciendo que la película sea mucho más que una ‘superproducción’.

Ejemplo de esto es el soberbio movimiento de cámara que parece sacado de un film de Max Ophüls, en la escena donde el espectador contempla un intento de suicidio desde fuera de la casa del personaje a través de sus
ventanas. Otra muestra de maestría es cuando la cámara se retrae y sube en un movimiento de grúa, tras la caída de Omar Sharif al bajar del tranvía en busca de Lara, en un momento de inigualable emoción. Además, pese a lo que pueda decir la crítica sobre los paisajes de Lean en Zhivago, al más puro  estilo fordiano, dotan de un significado adicional a la historia, algo intangible. Esta película sí era la obra de arte de un autor, la ‘masterpiece’ de un maestro.

Pese a ello, la crítica sigue aplaudiendo a falsos autores, que no sabrían ni encender el cigarrillo a David Lean. De hecho, me atrevo a decir que hay más cine en los 2 minutos que tarda en llegar al pozo
Omar Sharif en “Lawrence de Arabia” que en toda la filmografía de
Xavier Dolan.

Público y crítica, debemos esforzarnos por hallar un atisbo
de autoconciencia, y ser capaces de defender las películas que realmente nos gustan, en vez de aquellas que nos hacen sentir superiores, nos hacen creer que vemos arte, o nos hacen vernos como los poetas de la sección de comentarios de Letterboxd.

John Ford no se vanagloriaba de artista pese a tener probablemente mayor número de obras maestras que ningún otro, a Wilder nunca le importó la crítica, Hitchcock sólo quería vender entradas.

Los vitoreados directores de hoy, andan con un cartel colgado que dice: ‘Mirad, qué listo soy’, mientras crítica y público les siguen como borregos pensando, paradójicamente, que son diferentes.

Aunque parezca que no hay esperanza, debemos dejar a un lado nuestro instinto humano de necesidad de sentir importancia, para
volver a disfrutar del cine como realmente debe ser disfrutado.

Pablo Biedma


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