Entrevistador: Pedro Fuertes
John Ford, siempre con esa terquedad y personalidad tan opaca, se refería a su trabajo cuando le entrevistaban como un oficio más que como un arte. ¿Se ha perdido hoy en día, después de Ford, Hawks y demás clásicos, el oficio de cineasta?
En el caso de Ford esas afirmaciones hay que interpretarlas con cuidado. Él estaba muy orgulloso de ser un cumplido profesional y para él lo importante era que el público reconociera que sus películas estaban muy bien hechas, y si producían beneficios en taquilla mucho mejor. Me parece que una persona tan inteligente, profunda y culta como Ford era muy consciente de que el cine no era solo un oficio, de que quería expresar algo pero tenía mucho cuidado en no decirlo para que nadie le clasificara como un artista. Era consciente de lo que estaba haciendo y de que su trabajo era una actividad artística, aunque se cuidara de no decirlo. Estoy seguro de que Velázquez no se consideraba un pintor cortesano sin más, o Tiziano o Rubens. Todos ellos sabían que estaban expresando algo que llevaban dentro, y eso es lo que hace un artista. Hawks era distinto porque se centraba en el cine como un medio de contar historias y no entendía la faceta artística. El director es un profesional y como en todas las profesiones sólo los buenos profesionales hacen buenos trabajos, que es lo importante. Por culpa de la política de los autores se sobrevaloró el oficio de director. El cine es un arte colectivo y Ford no habría sido quien es sin sus directores de fotografía, sin sus músicos o sus productores y, por supuesto, sin sus guionistas. Ese aspecto de autoría ayudada, por decirlo de alguna forma, se perdió con la política de los autores y apareció el cineasta como dueño de la película.
Noticias del gran mundo tiene una soberbia interpretación de Tom Hanks y de Elena Zengel pero está también la fotografía, capaz de atrapar oscuridades y luces, el hábitat de los actores. Dicho esto, desde mi punto de vista lo que sí ha desaparecido es la cualidad del director como un tipo que comprende que el guión se expresa visualmente, reuniendo los elementos de interpretación y técnicos de la película, y que esto requiere un punto de vista que incluye el cómo se cuenta, quién lo cuenta, hacia donde se va y codificar todo esto con un lenguaje cinematográfico que se llama planificación: dónde se coloca la cámara y por qué. Esto lo veo en muy pocos directores actuales. que sólo creen que lo más importante es el tema, la historia y la interpretación y que da lo mismo dónde coloques la cámara. Eso hace que las películas no se sigan bien desde el punto de vista de la perspectiva y en muchos casos, que no sean hermosas de ver porque la hermosura y la belleza de una película reside fundamentalmente en la complejidad o en la sencillez del punto de vista. Si tomamos Las Meninas o los fusilamientos de Goya vemos perfectamente dónde han situado los pintores el punto de vista del espectador, cómo han colocado a los personajes dentro del encuadre, lo que requería Henry James en los prólogos de sus novelas, y eso es lo que yo echo en falta.
Wayne decía una cosa: «El único director que no mueve la cámara y en el que creo es John Ford». Sí que hacía movimientos de cámara, pero eran muy esenciales. Eso ha desaparecido casi por completo, es raro de encontrar un director con esa capacidad. Cold war es una maravilla de puesta en escena y es poco fordiana, pero al lado de eso hay directores que son elegidos como los mejores en los festivales y piensas: tema interesante, actores estupendos, pero qué trabajo hay de puesta en escena. Eso lo hace cualquiera.
Hablando del lenguaje y comparando la actualidad con el cine clásico, recuperamos una reflexión de Luis Alberto de Cuenca en la que hace una comparación entre la forma de escribir en la adolescencia y en la edad adulta. En la adolescencia, dice, usaba un lenguaje más complejo que fue simplificándose con el paso del tiempo. Curiosamente parece que en el cine se da un proceso inverso: empieza con una perfecta simpleza y poco a poco se complica todo hasta llegar a su opuesto en la actualidad. Es como si la mariposa se hubiera metido de nuevo en la larva, una evolución inversa.
Eso es la evolución de un arte y sucede también en el cine. Al haberse hecho más complejo se han reducido los temas, se han hecho menos de línea clara, como dice Luis Alberto de Cuenca de la poesía o de algunos cómics. Personalmente, y huyendo de dogmatismos, creo que el cine ha ido perdiendo la capacidad de narrar. La narración perfecta es un camino en el que te transformas moralmente y eso se ha ido perdiendo, el cine era mucho de primera persona, te llegaban las emociones muy directamente. En la actualidad el cine es cada vez menos emocional y pone más filtros a las emociones. Cada vez se cuentan menos historias, cada vez es más importante el personaje y la emoción cada vez se destila más.
Una pregunta como crítico que eres. Miguel Marías dijo que para analizar una película hay que verla dos veces. Hoy día la crítica que recibimos es inmediata y poco sopesada. Lo podemos ver en los grandes festivales cuando, después de un gran estreno, disponemos en pocos minutos de numerosos vídeos de críticos expresando una idea rápida. ¿Se está imponiendo esta crítica inmediata a la que requiere grandes cantidades de reflexión y sosiego, a la de aquel que ha visto varias veces la película?
Tienes razón pero hay que decir que esto siempre ha sido así. Hitchcock se quejaba, creo que en una de sus reflexiones a Truffaut, de que pasaba dos años preparando, escribiendo, produciendo, rodando y montando la película para que el crítico del Times, El Chicago Trivium o Los Ángeles Times después de una mala comida o una discusión doméstica, veía la película y en tres párrafos la despachaba. Yo habré visto veinte o treinta veces El hombre que mató a Liberty Valance y cada vez descubro una cosa nueva. La crítica más inmediata es lógico que se fije en lo más evidente, pero también depende de los críticos. Alfonso Sánchez, Pedro Crespo o José Luis Guarner veían una película y eran capaces de transmitirte lo importante. Luego está el análisis más reposado de las revistas de papel o digitales después de haber visto varias veces la película. Yo hago una crítica semanal en Expansión. Veo un estreno el viernes y tengo una semana antes de publicarla, lo que me permite volver a verla si algo me ha desconcertado o no me he fijado bien en determinadas cosas. Pero a esa crítica inmediata, lo decía siempre Alfonso Sánchez, sólo hay que darle valor informativo. Hay que informar con una opinión subjetiva y con toda la honestidad posible. Luego el espectador hará su crítica. Pero tiene razón Miguel en que hay que ver una película dos, tres veces. Cuando se estrenó El nombre de la rosa, sobre el libro de Umberto Eco, yo hice una crítica muy negativa y todos mis amigos se sorprendían de que no me hubiera gustado, así que empecé a darle vueltas, dejé pasar quince días, fui a verla de nuevo y le pedí permiso al director del periódico para escribir una segunda crítica en la que explicaba cómo yo no había sido capaz de apreciar ciertos elementos que sólo adiviné en la seguda ocasión. Al revés también me ha sucedido, a mi me fascinó ver París Texas en el festival de Cannes e hice críticas estupendas pero a los dos años toda mi fascinación había desaparecido.
Dos cosas se le han achacado siempre a esa crítica más inmediata de la que hablamos: la destrucción y el encumbramiento absoluto. Hoy en día el asunto se acrecienta con la entrada del vídeo como herramienta novedosa y absolutamente directa, tanto que permite la existencias de críticos que nunca se han sentado a escribir.
Claro, cuando te pones a teclear tienes mas tiempo para construir una frase. Pero con el ordenador y aún más con el vídeo te da la impresión de que no se medita lo que se dice. Pero siempre encontraremos críticos que informan de manera inmediata que hacen muy bien su trabajo y gente que si le das la oportunidad de ver varias veces la misma película va a decir las mismas banalidades que por la vía rápida. El buen crítico avanza bastante de lo que es el corazón de la película y el mal crítico, por muchas veces que la vea, no te lo va a saber descubrir. Yo no suelo ser lector habitual de blogs, por lo que conozco me da la impresión de que hay mucha superficialidad. Por otra parte, el crítico se equivoca mucho. Yo estuve visitando Cannes desde el año ochenta y uno hasta el noventa, he estado en Venecia, San Sebastián, Valladolid, Montreal y entiendo que los festivales son como una cápsula en la que falta perspectiva y donde te equivocas mucho. En la actualidad esa falta de perspectiva original es mayoritaria. La misma falta de perspectiva afecta a aquellos que no apreciaron Vértigo en el Festival de San Sebastián del año cincuenta que a quien dice que la película de año es una película que al cabo de tres años se ha vuelto invisible. Nunca me llaman para hablar sobre las películas del año pero cuando me han llamado mi lista no tiene mucho que ver con las de más. Suele haber una unanimidad crítica en torno a las películas del año con la que me cuesta trabajo coincidir.
Me gustaría que habláramos sobre el revisionismo al que está siendo sometido el cine clásico, que parece más salvaje que nunca. Tenemos, por ejemplo, la retirada de una plataforma de Lo que el viento se llevó y el fracaso del evento en la Universidad de California para homenajear a John Wayne. Hay un clima, cuanto meno, extraño.
Tengo la impresión de que volvemos mundialmente a los sesenta que yo viví en mi adolescencia. Te gustaba Losey, pero también Ford y Hitchcock. Estos eran considerados demasiado comerciales, incluso catalogados de fascistas o reaccionarios. Contra ese revisionismo, que no es sino una moda inquisitorial, lo que hay que hacer es resistirse y seguir levantando las banderas de la subjetividad. Ya pasarán los terremotos y los huracanes inquisitoriales. Son muy violentos pero al final, como se dice en los evangelios, la casa que está construida sobre cimientos fuertes resiste, de igual forma que han sobrevivido otras obras extraordinarias como los restos de El Partenón ateniense o lo que queda de La última cena. Hay artistas que no fueron apreciados en su día, caso de El Greco. Sea como fuere lo esencial es no comportarse como borregos, sobre todo en las sociedades actuales que intentan evitar el discurso propio en aras del discurso único. A mí me han estimulado desde pequeño a desarrollar mi propia personalidad y lo más importante es tener foros para expresar tus opiniones. Que hay crítica, estupendo. Si a la gente le gusta Lars Von Trier estupendo, pero a mi no me gusta. A mí me gusta más Paul Greengrass. Y me gusta poder decir que Un día de lluvia en Nueva York me parece estupenda y que Rifkin´s Festival no tanto, y todo ello independientemente de mi juicio moral sobre el comportamiento del señor Woody Allen. Nunca voy a decir; no veo las películas de Woody Allen, no voy a hablar de sus películas. Son cosas distintas y quien diga que todo es política, siguiendo la vieja máxima de Lenin, tiene toda la razón pero mi política es distinta a las de otros y yo me voy a resistir siempre al pensamiento único.
Has mencionado que no sueles coincidir con otros críticos, así que puede ser interesante conocer tu lista sobre las mejores películas de este año.
Ayer grabamos el programa de Cowboys de medianoche y me tocó hablar a mí sobre las películas del año. Para mí hay dos principales: la primera es 1917, de Sam Mendes. Todos me dijeron que era película del diecinieve, pero en España se estrenó el diez de enero del veinte. Me parece deslumbrante. Y me ha gustado mucho también, aún siendo una película mucho menos ambiciosa, On the rocks de Sofía Coppola, con Bill Murray y Rashida Jones, estrenada en plataformas. Me interesa también, pero es irregular y al tercer visionado ya tengo algunas reservas, Mank de David Fincher, uno de mis directores favoritos. Me ha decepcionado pero creo que es una de las buenas. La decepción del año ha sido Tenet de Christopher Noln. Dunquerque me deslumbró, Los consejos de Alice de Nicolas Pariset me parece interesante junto a Soul de Pete Docter y The way back de Gavin O’Connor. Pero, por resumir, destacaría las dos primeras por encima de las demás.Y del cine español no me ha gustado nada, no soy capaz de descubrir nada intertesante este año.
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